¡Hola, Azulita!
Te conocí un par de semanas antes de que nacieras en un extraño sueño, te vi con unos dos o tres años peleando con Malena. En ese momento dudé si eras tú, ya que aún no había decidido tu nombre. Me sorprendió presenciar esa pelea y al voltear, me encontré con unos enormes ojos azules que se convirtieron en tu nombre. Mantuve todo en secreto hasta el día que naciste. Y cuando ese día llegó, después de tanto sufrimiento y angustia y te conocí en persona, lo primero que vi fueron tus enormes ojos azules de recién nacida, me dejaron impresionado, y hasta el día de hoy revivo ese momento. y eso confirmó que tu nombre era Azul.
En realidad, ahora no estoy tan seguro de que tus ojos sean siempre azules. Cuando tienes frío, son azules; cuando tienes calor toman un tono más verdoso. Algunos dicen que son grises, pero en mi mente solo existen tus enormes ojos azules del primer día en el hospital.
Ser la segunda hija debe ser algo muy extraño, debes compartir muchas cosas. Algunos dicen que debes compartir el amor, la atención y las cosas materiales. Yo creo que más bien debes compartir lo único que es finito en nosotros: el tiempo. Para ti, parece más normal no ser el centro de atención, tener que compartir los brazos de mamá y ser víctima del egoísmo de tu hermana. Pero tú lo tomas con una tranquilidad suprema el 99% de las veces.
Eres la más amorosa. No hay abrazo más honesto y tranquilo que el tuyo. No hay nada mejor que sentir cuando te recuestas en mi pecho y siento tus palmadas en mi espalda mientras me abrazas. Tus palmadas representan el amor más puro. Es maravilloso, verte tranquiliza el mundo.
Aquí entre nos, me parece increíble que durante varios meses solo dijeras «papá». No sé por qué, pero para todo eras «papá». Aunque eso está llegando a su fin y ahora has ampliado tu vocabulario, espero que en mi mente perdure el recuerdo de que para todo eras «papá».
Me sorprende la interacción que tienes con tus hermanas. A veces parece que se odian, pero tus primeras palabras fueron «mamá», «papá», «tete» y «hermana». Eso debe significar algo para ti, tal vez es ese amor extraño entre hermanos donde se odian y se aman al mismo tiempo. Esta interacción es genial. Me encanta presenciar cómo interactúan ustedes dos. Lo veo como si fueran un experimento social que me asombra en cada momento. Disfruto contrastar el egoísmo de tu hermana, que quiere todos los juguetes y los brazos de mamá, con tu enorme generosidad al compartir tu tetero o bajarte de los brazos de mamá para que Malena no llore. A pesar de eso, tú solo quieres caminar, sola o acompañada, no importa, lo único que te importa es caminar y estar libre, mirando hacia otro lado cuando te reclaman, «haciéndote la gringa».
Sin embargo, te pido que no pierdas tu amor, tu tranquilidad, tus ganas de moverte, y no olvides que nuestro compromiso es llenar nuestras vidas de momentos y recuerdos excepcionales, de vivir y compartir muchos años con «mis ojitos».
